jueves, 11 de septiembre de 2008

Delhi, no apto para todos los públicos (I)

Delhi te recibe después de unas largas horas de avión, en las que no sabes muy bien cómo emplear el tiempo, te vuelves loco para seguir alguna película o directamente te rompes el cuello buscando la postura adecuada para echar una cabezadita. Por eso, cuando por fin llegas a Delhi, recoges con entusiasmo tu mochila de la cinta de equipajes y sales al exterior del aeropuerto, el golpe de humedad, calor y cambio te sacude en el estómago. Sumado al cansancio del viaje, es cuando por primera vez en los siguientes 20 días te dices a ti misma, "al año que viene me viene me voy a un todo incluido a que me cuiden", que nadie se asuste, que sólo es un comentario producto del cansancio.


Si el calor y la humedad te golpea el estómago, subirte en un taxi para que te deje en el hotel (ésto recomiendo hacerlo o puedes bloquearte nada más bajar del avión con tanta oferta) es toda una experiencia a los sentidos. A la vista porque intentas seguir el tráfico caótico con los ojos y éstos acaban bizcos de intentar lo imposible; al tacto porque en cada curva sientes como cada célula de tu cuerpo intenta agarrase donde sea con tal de no volcar sobre ti misma; al gusto porque el aire acondicionado de allí son las ventanillas bajadas del todo y tragas mierda casi sin pestañear; al olfato porque de repente aparecen una multitud de olores que cambian de malo a peor dependiendo del barrio por el que se meta el coche; y por último al oido porque Delhi es sin duda el festival del ruido.

Delhi no pudo con nosotras, ni siquiera los mil y un intentos de estafarnos, pero de momento me centro en que no es una ciudad apta para todos los públicos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue contando andaaaaa!
Que me ha sabido a pocooooo!
Nos has dejado en lo mejor!! grrr

Besosos.
Nuria

Angie dijo...

Se te ha olvidado el MOMENTO ELEFANTE en el arcén de la autopista :)