domingo, 25 de noviembre de 2007

Monasterio de Bonaval




Hace un par de semanas aproveché un día festivo en Madrid para escaparme a Retiendas, un pueblo escondido de Guadalajara, donde se encuentran las ruinas del Monasterio de Bonaval de la orden cisterciense. Llegar allí fue una auténtica aventura, el coche se deja en Retiendas y desde allí un paseo de no más de 20 minutos te acerca a las ruinas del monasterio, pero Nuria y yo decidimos complicar lo fácil y nos desviamos hacia la derecha del arroyo cruzando el puente. Para seguir complicando lo fácil, no dimos la vuelta hasta encontrar el punto de partida correcto, sino que buscamos el típico "atajo" que suele haber en todas partes. Éste fue descender hasta un arroyo seco y seguir ese "camino" hasta el otro lado del valle, sorteando zarzas, árboles caidos, piedras mal puestas y el arroyo de verdad con el agua helada, que pudimos salvar gracias a un árbol por el que cruzamos al otro lado.



Ya en el camino correcto no tardamos ni 5 minutos en llegar a las ruinas del monasterio y a pesar de los carteles de "peligro derrumbamiento" y alguna que otra valla, había personas visitándolo en su interior, así que nosotras hicimos bueno el "allá donde fueres haz lo que vieres" y nos metimos. Si desde fuera impresiona lo que queda del edificio, verlo desde dentro es colarse en un cuadro romántico, la vegetación sube por sus paredes y poco queda del suelo original que ha sido sustituido por maleza que crece descontrolada.

Por lo que leí antes de ir visitarlo, hace unos años se podía subir a sus muros y contemplarlo desde arriba, pero ahora o bien no buscamos bien el lugar adecuado para subir o ya no es posible precisamente por el exceso de vegetación que lo está cubriendo todo.



Abandonado por completo, el monasterio creo que ahora está en manos del pueblo, pero no hay ningún indicio de que vayan a protegerlo de algún modo o que vayan a restaurarlo. Aunque restaurado perdería parte del encanto que tiene actualmente.








1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo correr delante de un jabalí hubiese podido hacerlo todo aún más divertido ¿o no?
Gracias por ese día fantástico.